El dol en els grups d'ajuda mútua


El Duelo en los grupos de ayuda


El apoyo mutuo es decisivo; nada mejor que compartir con pares que han pasado por lo mismo para facilitar, con amor y contención, el largo camino a recorrer: el proceso del duelo. Cada uno se transforma en espejo del otro: verse reflejado alivia y da esperanzas al recién llegado. Al escuchar en el grupo tantas alternativas y enfoques posibles, el nuevo integrante, que es el más importante en cada reunión, puede encontrar referentes que le ayuden a elaborar sus propias respuestas frente al dolor.
La estructura de los Grupos de Autoayuda y Ayuda Mutua sirve al propósito de Renacer, donde los Hermanos dolientes, bajo un denominador común, buscan dar y recibir experiencia para transitar lo mejor posible su duelo.
Sin juzgar ni interpretar, se va desarrollando en ese padre un poder de escucha que le permite incorporar nuevos conceptos y distintas formas de ver lo mismo. Renacer motiva a responsabilizarse de la propia existencia en este camino, en lo que se llamaría un duelo activo.
El grupo ayuda a crear la conciencia de que uno es el hacedor del duelo que transita; alienta a tomar las riendas, a trabajar la interioridad de manera continua para poder aceptarnos como somos hoy y, en algún momento, permitirnos soñar con lo que quisiéramos ser.
En el ámbito de confianza amorosa que ofrece el grupo, se estimula a la paciencia y a la tolerancia con uno mismo y con los demás; se ayuda a moderar las expectativas para llegar a la comprensión de que cada duelo es individual y permite tocar fondo, con la certeza de que sólo sufriendo se dejará de sufrir. Todo esto conlleva al despertar espiritual que permite deshacerse de la propia omnipotencia y dar lugar a aceptar la realidad de la vida y de la muerte.
El grupo se convierte en el ámbito especialmente cálido y confiable para abrir el corazón; es allí donde encontramos las herramientas para vivir lo cotidiano. En esta escuela de vida, donde la sinceridad se convierte en actitud esencial, podemos llegar a la aceptación, a reconstruir el vínculo con el hijo que hoy se constituye como presencia distinta, a reacomodar nuestro sistema de creencias y a poder lograr la esperanza de una vida digna, con memoria y espiritualidad.


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